Sugar glider (petauros)

Nombre común: Petauro, Falangero ardilla, Planedor del Azúcar.

Nombre científico: Petaurus breviceps

Distribución

Son originarios de los bosques del Este y Sur de Australia, además de Nueva Guinea.


Características

Los petauros son unos pequeños mamíferos similares a las ardillas voladoras que están haciendo ya las delicias de muchos aficionados a los animales exóticos. Vivaces, inquisitivos, inteligentes y apegados a sus dueños. Estas características junto con una vida más larga que la esperable para un roedor del mismo tamaño contribuyen a que muchos consideren al petauro como una mascota ideal.
En el caso de los petauros, no encontramos ante uno de los grupos más antiguos dentro de los mamíferos. Los petauros son animales nocturnos y de costumbres arborícolas que se incluyen en la misma subclase que los canguros (subclase Marsupialia) Los marsupiales se caracterizan entre otras cosas, por dar a luz crías muy poco desarrolladas que han de completar su maduración en un órgano especial en forma de bolsa (el marsupio, de ahí el nombre marsupiales). Dentro de los marsupiales, los petauros pertenecen concretamente a la familia Petauridae.
Un petauro ardilla adulto mide entre 13 y 18 cm. desde la punta del hocico a la base de la cola, la cual a su vez es tan larga como el cuerpo. Los machos suelen ser algo más grandes y pesados que las hembras (115 - 160g. para los machos y 100 - 130g. para las hembras). Si se los cuida adecuadamente pueden vivir de 8 a 15 años, siendo lo más normal 10 - 12 años.
El petauro ardilla es, valga la redundancia, un animal muy parecido a las ardillas voladoras. Tienen cabezas cortas con hocicos puntiagudos de color rosa, con grandes ojos y orejas. Su cola es casi tan larga como el cuerpo y esta cubierta por abundante pelo. Poseen una membrana a cada lado del cuerpo que va desde el quinto dedo de la mano hasta el pulgar del pie que se denomina patagio. Esta membrana permita a los petauros llevar a cabo una de sus asombrosas capacidades. Pueden planear más de 50 metros de una rama de un árbol a otra, valiéndose del patagio y de la cola para dirigirse. Los petauros también cuentan con pulgares oponibles.
Su color de fondo es gris plateado, con una banda negra que va desde el hocico a la base de la cola. La zona ventral es de color blanco sucio. Los ojos están rodeados por un antifaz oscuro. Las orejas y su base también están perfiladas en negro.
El color de los petauros salvajes es de color marrón debido a que se impregna con los restos de savia de los arboles y plantas en el interior de cuyos troncos duerme. Cuando se los mantiene en cautividad recuperan su color gris original al mudar.
Cuentan con 2 glándulas que se encargan de producir una substancia con la que el macho dominante del grupo marca su territorio, objetos y miembros del grupo. Una de ellas esta situada en la parte superior de la cabeza, y la otra en la región ventral del cuello, tras la barbilla Hay descritas 7 subespecies de petauro ardilla, y actualmente ya hay animales albinos disponibles.
Como ya hemos dicho los machos son algo más grandes que las hembras. Además la glándula marcadora de los machos que se sitúa en la parte superior de la cabeza, en la zona frontal, va acompañada de una zona carente de pelo en aquellos ejemplares sexualmente maduros, mientras que las hembras e inmaduros tienen esta región cubierta de pelo. Las hembras tienen marsupio (bolsa).
En la naturaleza viven en grupos de 6 a 10 individuos, duermen en huecos de los árboles o nidos formados por la vegetación y se alimentan de polen, néctar, insectos fruta, miel, y savia de algunos árboles como la acacia o el eucaliptus.


Alojamiento

Lo primero que hay que decir es que los petauros ardilla son animales peculiares con necesidades especiales. Si no estamos seguros de poderles proporcionar todo lo que necesitan será mejor no intentar mantenerlos como mascotas. Los petauros son animales sociales, por lo que alojar a un único petauro constituye una crueldad.
Una vez que se ha establecido un grupo de estos animales no se pueden introducir nuevos ejemplares. Las agresiones de los animales de su mismo sexo del grupo ya formado pueden herirlos gravemente o incluso matarlos.
Estos animales tienen hábitos nocturnos, y raramente los veremos activos antes de las diez o las once de la noche. Puesto que consideran a sus dueños como parte de su grupo social, hay que jugar e interaccionar con ellos al menos dos o tres horas al día, por lo que habrá que estar despierto en aquellos momentos en los que nuestros animales también lo están. Si no permanecemos levantados hasta tarde es mejor que no optemos por mantener a esta mascota.
Como animales arborícolas que son, necesitan una jaula alta que les permita ejercitarse. Lo mínimo para una pareja deberían ser una jaula de 90 - 100 cm de altura x 60 - 70 cm de largo x 60 - 70 cm de ancho. Como norma se puede calcular que un petauro necesita como mínimo 60 cm cúbicos de espacio. Cuanto más alta sea la jaula más felices serán nuestras mascotas (siempre y cuando respetemos las dimensiones mínimas dadas para la base). El material ideal para la jaula son la malla o barrotes. El espacio que quede entre cuadrícula de malla no debe ser mayor de 2,5 cm de largo x 1,25 cm de ancho. Las jaulas de grandes dimensiones para loros suelen adaptarse bastante bien a las necesidades de los petauros. Se deben buscar siempre jaulas con barrotes horizontales en vez de verticales, pues estos últimos permiten trepar a los animales. Si los barrotes / malla están pintados asegurémonos que no es con una pintura que contenga plomo.
El fondo de la jaula deberá de ser de reja o malla, para permitir que los restos caigan y no se acumulen en el interior de la jaula. Una vez que tengamos la jaula para nuestros petauros la siguiente fase es donde situarla. En primer lugar a estos animales no les gustan las luces brillantes, la exposición al sol durante periodos de tiempo prolongados puede llegar a matarlos, y necesitan oscuridad para poder descansar. Así pues lo ideal es situar su jaula en un lugar mas bien en penumbra. Por la noche, mientras nuestras mascotas están activas, sólo deberán permanecer encendidas luces suaves que no las incomoden en exceso.
En segundo lugar estos animales no toleran ni el frío ni el calor excesivo. El rango de temperaturas a las que se los puede mantener se sitúa entre 16º y 32º C. Obviamente no podemos colocar una jaula con petauros en una habitación sin calefactar en invierno en una región en la que estos sean crudos.
En nuestra jaula vamos a necesitar un comedero y un bebedero. Los mejores bebederos son los automáticos de tipo botella. Es mejor poner dos bebederos, puesto que si uno se atasca los animales siempre podrán usar el otro. Respecto al comedero su tamaño ha de ser grande, pero no tanto como para que los animales se metan dentro y contaminen la comida. Una base ancha y un comedero pesado o con algún sistema de fijación evitarán que los animales lo vuelquen.
Además del comedero y el bebedero nuestros animales van a necesitar un refugio. Es esencial que el interior del refugio permanezca oscuro, por lo que los materiales de los que este construido han de ser opacos. La madera tiene sus defensores y detractores. Los que alegan que no es un buen material se basan en que al ser porosa puede absorber la orina de los animales y desprender olor. En cualquier caso el refugio debe permitir que los animales que viven en la jaula duerman TODOS juntos en él. Las cajas de anidación para los agapornis y otras pequeñas psitácidas suelen resultar excelentes para este fin. Si el material de construcción es impermeable y no poroso deberemos de practicar algunos agujeros en la parte inferior del refugio. Por supuesto el refugio se situara en alto, con algún sistema que permita a los animales trepar y acceder fácilmente a el. En el interior del refugio debe de haber algún material que permita a nuestras mascotas hacerse su nido. Entre los sugeridos están el heno, algún trozo o tiras de tela (cuidado con los hilos que pueden engancharse en las uñas), tiras de papel de periódico (sin tinta de colores, es tóxica para estos animales), hojas, panoja de maíz... Los ideales desde nuestro punto de vista son el heno, las hojas y el papel de periódico. Es mejor dejar el material para el nido fuera del refugio. Ya se encargarán nuestras mascotas de trasladarlo, lo que además constituirá un buen entretenimiento. La cama ha de cambiarse por completo cada 1 ó 2 semanas.
Además de todo lo dicho hay un elemento indispensable en la "casa" de cualquier petauro: Ramas u otros elementos para trepar. La mayor parte de la actividad que desarrollan estos animales es trepar, si les privamos de la posibilidad de hacerlo no serán felices. Deben de contar con tres elementos para trepar por jaula. Pueden usarse cuerdas (no de algodón) y necesariamente tiene que haber ramas de árbol frescas. Al igual que en el caso de los roedores los incisivos de los petauros crecen a lo largo de toda su vida, pero a diferencia de estos, un petauro nunca roerá un elemento inerte (como un rollo de cartón). En la naturaleza usan sus incisivos para llegar hasta las larvas de insectos o para obtener savia de los árboles, con lo que se desgastan. Las ramas que les proporcionemos no deberán ser peligrosas para ellos, y han de proceder de arboles no tratados y zonas no polucionadas. Pueden usarse ramas de peral, manzano, membrillo, sauce, haya... Si no estamos seguros de si las ramas de un árbol son potencialmente peligrosas no la empleemos. No hay que quitar las hojas si las ramas las conservan, serán un entretenimiento y servirán para construir el nido. Las ramas se pueden cambiar a medida que van "envejeciendo", se deterioran o ensucian.
El equipamiento de la jaula puede completarse con una rueda de ejercicio CERRADA (para evitar accidentes con la cola) del tamaño de la que usaría un cobaya, y con algunos juguetes de piezas de maderas como los usados para las psitácidas pequeñas.


Reproducción

A pesar de lo que se pudiese pensar estos simpáticos animales no son difíciles de criar. Si queremos intentar criar lo mejor es tener un macho y dos hembras. Los petauros alcanzan la madurez sexual entre los 7 meses y el año de edad. No es recomendable intentar criar esta especie hasta que tienen una edad de trece o catorce meses En la naturaleza el periodo de reproducción es la primavera y principios de verano, pero en nuestros hogares pueden criar a lo largo de todo el año (hasta tres camadas anuales). La gestación, como en todos los marsupiales es muy corta, en concreto unos 16 días. Las hembras de petauro tiene 4 mamas, con lo que teóricamente podrían amamantar a cuatro crías. Sin embargo lo normal es que el número de cachorros por parto sea de dos, raramente uno y muy raramente tres. No se conocen partos de cuatro crías. Permanecen en el marsupio durante unos 70 días, y lo abandonan siendo capaces de comer alimentos sólidos. Permanecen en el nido durante otros 30 o 40 días, y son independientes con dos meses y medio o tres de vida.

Mundo Roedor:
Alimentación

Uno de los principales factores para que nuestro petauro permanezca sano y alcance una edad avanzada es que su dieta sea la adecuada. Estos marsupiales son especialmente sensibles a las dietas inadecuadas, lo que se traduce en que un animal incorrectamente alimentado no tardará en enfermar y morir.
Lo primero que hay que saber de estos animales es que tienen muchas dificultades para digerir las grasas, por lo que requieren dietas con un tanto por ciento muy bajo de estas. Una dieta desequilibrada en lo que respecta a la cantidad de grasas va a provocar que nuestro animal engorde rápidamente, además de causarle desórdenes digestivos. Si hablamos de hembras gestantes la situación es aún más grave. El exceso de grasa ingerido por la madre afecta durante la gestación a la cría. Estos lípidos se depositan en el ojo dando lugar a depósitos blanquecinos de grasas en la córnea, que pueden llegar a provocar ceguera en las crías. Una vez que aparece la alteración es irreversible, así que al igual que en otros muchos casos, más vale prevenir que curar. Por estas razones deberíamos evitar los productos grasos en la dieta de nuestras mascotas. Quizás el principal peligro en lo que a las grasas se refiere en el caso de los petauros es el de las nueces y otras semillas grasas. Este tipo de alimentos son especialmente apreciados por estos pequeños marsupiales, les encantan y muchas veces elegirán comerlos por encima de otros componentes de su dieta. Las nueces, cacahuetes, semillas de girasol, etc. Hay quien afirma que estas "golosinas" pueden usarse con mucha moderación y extremando las precauciones. Sabiendo que nuestro petauro puede vivir perfectamente con una dieta carente de frutos secos es decisión de su cuidador incluirlos o no en la dieta.
Otra de las cosas que hay que conocer de los petauros es que no toleran bien la lactosa. Todos los marsupiales tienen serias dificultades para digerir este disacárido presente en la leche y muchos de sus derivados, y aunque los petauros tienen una mayor capacidad para tolerarla, esta no es ni mucho menos elevada. Al no poder digerir la lactosa esta pasa a través del tubo digestivo, donde es fermentada por las bacterias que lo colonizan. Como consecuencia de las fermentaciones se producen substancias que dan lugar a importantes diarreas. En general se puede decir que hay que evitar la leche y los productos derivados de esta en la dieta de los petauros. En primer lugar por su contenido en lactosa, y en segundo lugar por el elevado porcentaje de grasas que contienen. Es una lástima porque la leche es una muy buena fuente de calcio y vitaminas, y su proteína es de elevado valor biológico y altamente digestible. Sin embargo hay un producto que podría librarse de la quema. El Yogur, al ser un derivado fermentado de la leche, contiene un porcentaje de lactosa muy bajo (lo primero que fermentan las bacterias son los azúcares). Todavía existiría el problema del elevado contenido en grasas, pero la industria alimentaria ya nos a proporcionado una solución, en el mercado hay yogures desnatados carentes de materia grasa. Si vamos a utilizar yogures como parte de la dieta de nuestros petauros, deberemos de asegurarnos siempre de que no lleven ni colorantes ni aromas artificiales, ni conservantes, ni edulcorantes añadidos. Podemos darles yogures con sabor a frutas siempre y cuando la aromatización se lleve a cabo con productos naturales (zumos o trozos de frutas) y carezcan del resto de aditivos. El uso de yogures cuyos cultivos bacterianos están aun vivos es recomendado por algunos criadores que alegan que las bacterias colonizan el intestino de los animales y les ayudan en la digestión. Lo que está claro es que este tipo de yogures no resulta nocivo para los petauros, y por tanto, podemos usarlos si queremos.

Por último hay que resaltar que no se debe abusar de las proteínas en la dieta de un petauro. Si nos quedamos cortos, el metabolismo y el desarrollo del animal se van a ver negativamente influenciados, y si nos pasamos vamos a exigir al organismo de nuestra mascota que metabolice el exceso de proteína que le damos y elimine los restos. Ambos casos son igual de peligrosos. La mayoría de los criadores están de acuerdo con que la dieta ideal de un petauro debería de componerse de un 75 % de frutas y verduras (muy pobres en proteínas) y un 25 % de un preparado a base de alimentos ricos en azúcares y proteínas. En parejas de cría podría ser admisible el modificar los porcentajes (70 % de preparado de frutas y 30 % de preparado rico en proteínas, o incluso llegar al 33% de proteína para hembras gestantes / lactantes). En la naturaleza los petauros pueden clasificarse como omnívoros. Ingieren una gran cantidad de alimentos entre los que pueden citarse insectos, frutas, savia de algunas acacias y eucalipto.. Lo que hay que intentar es crear una dieta lo más similar posible desde el punto de vista nutricional a la que tendría un petauro salvaje, puesto que obviamente, no vamos a poder conseguir savia de eucalipto (al menos de las variedades comestibles) o insectos originarios de Australia. Los petauros pueden clasificarse como comedores caprichosos, pueden alimentarse durante una época con determinada fruta para luego pasarse algunas semanas negándose en redondo a tocarla, y volver a aceptarla de nuevo pasado un tiempo y sin ninguna razón aparente. Parece probable que este comportamiento obedezca a un cierto "aburrimiento". En la naturaleza estos animales pueden llegar a tener una dieta enormemente variada. Si le damos a nuestro petauro una dieta más o menos estandarizada puede llegar a aburrirse de ella, y si está suficientemente alimentado, optará por comerse lo que más le llama la atención. Pasado un tiempo aquello que dejo de comer pasa a ser una novedad y vuelve a ser comido. Es, por tanto, de vital importancia proporcionar a nuestro petauro una dieta, que sin dejar de ser equilibrada, fluctúe entre una amplia variedad de ingredientes. Una vez que ya hemos expuesto las principales peculiaridades de la alimentación de estos animales, podemos pasar a la dieta en si.



Mezcla de frutas

Como ya hemos dicho antes el truco está en proporcionar una variedad lo más amplia posible de frutas y verduras e ir rotando los componentes de la mezcla. Es así mismo importante que utilicemos alimentos que tengan un índice de Calcio / Fósforo adecuado. A los petauros, por norma general, les encantan las frutas y verduras dulces, y las prefieren sobre otras. Hay que tener cuidado pues no es raro que seleccionen aquellos alimentos que más les gustan y dejen el resto. Si les damos demasiada comida se atiborrarán de lo que les apetezca y dejaran el resto, con lo que mandarán al traste nuestra cuidadosamente planeada dieta.
Las frutas y verduras que más gustan a los petauros son precisamente las dulces, aunque ya hemos dicho que hay diferencias entre individuos. Hay que dar las frutas troceadas hasta un tamaño aceptable y mezcladas. Podemos usar piña, melocotón, manzanas, peras, fresas, melón , papaya, albaricoques, naranjas, maíz dulce, grosellas, zanahoria, plátano, hojas de lechuga, sandía, mango, uvas, kiwi, guisantes, brécol y la batata entre otros. Parece que aprecian sobre todo las manzanas, el maíz dulce, la batata, la papaya, los guisantes, las uvas sin semillas, la zanahoria y el kiwi. Las naranjas (con piel), también son muy apreciadas, pero algunos criadores afirman que provocan diarreas. Tal vez se deba a la presencia en su superficie de ceras que se usan para que las compremos por su aspecto brillante, estas ceras no se eliminan con el agua, hay que recurrir a limpiar la superficie de la naranja con un trozo de papel de cocina untado en aceite. Algunos recomiendan el darles las frutas con piel a los petauros. El riesgo de que ingieran restos de pesticidas presentes en la superficie es elevado, así que es mejor dárselas peladas. Cuidado con los melocotones, cerezas... en general con todas las frutas con "hueso". Sus semillas suelen contener ácido cianhídrico que puede causarnos un grave disgusto, retirar siempre las semillas antes de dar este tipo de fruta a nuestras mascotas.
Tampoco deberemos de emplear frutas en conserva, puesto que muchas veces se les añade azúcar y conservantes que pueden resultar peligrosos. No hay ningún problema por usar frutas o verduras congeladas.


Mezcla rica en proteínas

Además de las frutas y verduras hay que proporcionar a los petauros un alimento rico en proteínas e hidratos de carbono. Para esto se han creado una serie de mezclas "caseras" con ingredientes relativamente fáciles de encontrar en el mercado y sencillas de preparar. La mezcla más habitual lleva los siguientes ingredientes:
450 ml de agua.
450 ml de miel.
3 huevos cocidos sin cáscara.
75 g. papilla infantil con alto contenido en proteína (10 g).
3 cucharaditas de un buen polivitamínico.
Para prepararla se mezcla la miel con agua templada, se reducen los huevos cocidos sin la cáscara a una papilla y se les añade lentamente la mitad de la mezcla miel / agua hasta formar una pasta. Se añade el resto de la mezcla miel / agua y se mezcla homogéneamente. Se añade la mezcla polivitamínica y la mitad papilla infantil y se mezcla. Para acabar añadiremos el resto de la papilla y mezclaremos hasta que no queden grumos. La mezcla puede congelarse en una cubitera. La ración de mezcla por animal y día es aproximadamente de 1 cucharada sopera o un cubito.
Se puede sustituir el agua por zumos que no tengan azúcar ni aditivos añadidos, como por ejemplo zumo de manzana. Además de la mezcla también se suele suministrar a los petauros una pequeña cantidad de insectos y pienso rico en proteína. Como pienso puede usarse un buen pienso seco para gatos o perros (de alta calidad, no vale el del supermercado de la esquina). Si podemos acceder a el puede usarse un buen pienso para omnívoros de zoológico (p. ej Zupreeme).

Cuidado con los añadidos de sal y colorantes / conservantes en el pienso. El pienso de loros no suele ser válido por contener muchas veces sal, azúcar y otros aditivos y no tener un nivel apropiado de proteína. No deberíamos dar más de una cucharada sopera de pienso seco por animal y día.
Por último en la dieta de los petauros hay que incluir insectos. Se usan uno de los siguientes: pupas de mosca (media cucharada), grillos (5-7), larvas de mosca (4 - 6), langostas.. A veces también comen lombrices de tierra. Las cantidades dadas son por animal y día para uno de estos alimentos, no para cada uno (larvas o grillos, pero no ambas salvo que no excedamos el total, ej. 2 larvas de mosca y tres grillos). Hay que asegurarse de proporcionar a nuestros insectos una alimentación rica en vitaminas y minerales antes de dárselos a los petauros. De esta manera cuando sean devorados actuaran como pastillas vivientes puesto que su tubo digestivo contendrá una mezcla rica en estos elementos. En general los grillos son preferibles a las larvas de mosca puesto que su índice Calcio / Fósforo está más equilibrado. No se deben usar insectos capturados en la naturaleza por el riesgo de que contengan residuos de plagicidas o parásitos.


Golosinas

Finalmente podemos darles a nuestros petauros algunos alimentos ocasionalmente a modo de golosinas. No deben formar parte en más de un 5 % de la dieta de nuestra mascota.
Entre estos alimentos podemos encontrar: pollitos de un día o crías de ratón (una vez a la semana, uno por ejemplar), un poco de yugur desnatado(una o dos veces por semana), polen, germen de trigo (tanto este como el polen pueden añadirse a la mezcla rica en proteína sin exceder el 5 % diario) y algo de carne de pollo o pavo, cocido y sin piel. Las pipas de girasol o calabaza, los cacahuetes y las nueces pueden dárseles muy de vez en cuando, y siempre han de estar libres de sal.


Cantidades y horarios

Los petauros son animales nocturnos, por lo que hay que tratar de darles el alimento fresco cuando se muestran activos, es decir, por la noche. Hay quien recomiendo que tengan alimento a su disposición todo el día, sin embargo creemos que es mejor alimentarlos por la noche antes de irnos a la cama. Se puede dar la mezcla líquida en un recipiente separado de la mezcla, o todo junto. Por la mañana cuando nos levantemos retiraremos el alimento sobrante. Para empezar se puede dar aproximadamente media taza de la mezcla de frutas (por animal). Si sobra reduciremos un poco la ración hasta que veamos que sobra muy poco o que nuestros petauros están satisfechos, por el contrario si dejamos a nuestras mascotas hambrientas y por la mañana no encontramos nada en el plato deberemos de aumentar algo la ración. Cuidado en verano, si hace mucho calor la mezcla y las fruta cortada pueden fermentar muy rápidamente.
Siempre tiene que haber agua limpia a disposición de los petauros, y los recipientes para el alimento han de lavarse concienzudamente a diario.

Mundo Roedor:
Algunas cosas a tener en cuenta antes de elegir un petauro como mascota

Los petauros son unas criaturas encantadoras con las que uno podría encariñarse nada más verla, y este es precisamente el error que no hay que cometer. Si compramos un petauro sin conocer exactamente cuales son sus cualidades e inconvenientes, lo más seguro es que nuestro animal acabe siendo infeliz, y que nosotros nos llevemos una gran decepción. Lo primero que hay que saber es que estos animales son muy longevos (12 y hasta 15 años). Lo debemos tener en cuenta puesto que no valdrá que nos cansemos de él cuando hayan pasado dos, tres o cuatro años.
En segundo lugar, los petauros son animales sociales a los que les gusta convivir en grupo, es preferible, y casi se podría decir imprescindible, que no mantengamos a estos animales alojados solos.
En tercer lugar tienen unos requerimientos alimenticios especiales, si no estamos seguros de poder cubrir sus necesidades alimentarias, es mejor que desechemos la idea de mantener un petauro como mascota.
En cuarto lugar, los petauros tienen garras pequeñas pero afiladas, que usan para trepar, y uno de sus lugares preferidos para hacer alpinismo es su dueño, con lo que es inevitable que suframos una cierta cantidad de arañazos (nada grave, por supuesto) con cierta frecuencia.
En quinto lugar los petauros huelen. Si mantenemos su alojamiento limpio este olor no tiene porqué ser perceptible, pero sí es cierto que los machos, en la época de celo desprenden olor. Este olor no será tan marcado como el de un hurón, por ejemplo, pero si que huelen bastante más que una chinchilla.
En sexto lugar los petauros son animales nocturnos, y hay que respetar su sueño durante el día. Si nos gusta irnos a la cama pronto, esta claro que un petauro no es nuestra mascota (es raro que se despierten antes de las diez o las once de la noche).
En séptimo lugar estos simpáticos animalitos requieren que les dediquemos tiempo, al menos dos horas diarias, y a las horas a las que nuestra mascota esté despierta. Un petauro encerrado constantemente y con apenas contacto con su cuidador no es feliz.
Por último, un petauro nunca aprende a usar una caja de arena como los gatos, así que deberemos estar dispuestos a que ocasionalmente nuestra mascota pueda orinar o defecar por ahí, e incluso encima de nosotros. Ante tantos inconvenientes se podría pensar que estos animales son únicamente un fastidio. Nada más lejos de la realidad. Un petauro debidamente improntado es un animal muy cariñoso con su dueño. Le encantará dormir en uno de sus bolsillos, subirse a él y jugar. Son criaturas inteligentes y activas, y la mayoría de los que tienen un petauro como mascota acaban adorándolos.


¿A qué edad?

Cuanto más joven se consiga un petauro, mayores serán la confianza y los lazos que llegarán a crearse entre este y su cuidador. Los petauros pueden separarse de sus padres a los dos meses y medio o tres de edad, así que a partir de este momento cuanto más jóvenes mejor. Los animales jóvenes suelen ser bastante más caros que los adultos, pero llegan a ser mucho más afectuosos que estos. Los petauros salvajes rara vez llegan a desarrollar un grado de confianza suficiente con sus cuidadores, por lo que SIEMPRE deberemos adquirir animales criados en cautividad.


En su nuevo hogar

Una vez que tengamos nuestro petauro, probablemente comprobemos que es un animal asustadizo y arisco, que no se deja coger y que no duda en morder la mano que se le acerca. Aunque esto no siempre es así (depende del grado de contacto que hayan tenido cuando eran crías con los humanos), sí que es lo más frecuente.
Tenemos pues que ganarnos la confianza de nuestra nueva mascota. La principal herramienta que necesitaremos en esta fase es la paciencia, puesto que sin ella no llegaremos muy lejos.
Cuando el / los petauros lleguen a su nuevo hogar, deberemos de llevarlos a su "casa" (que por supuesto ya deberá estar montada y equipada) y dejarlos en paz. Lo mejor es introducir el recipiente o jaula de traslado en su hogar definitivo y dejar que los petauros salgan solos de su interior cuando quieran. La tranquilidad es esencial durante las primeras 24 horas. Los petauros necesitan este tiempo para familiarizarse con su nuevo hogar y sentirse seguros en él. No deberemos observarlos, y el lugar en el que se sitúe la jaula ha de ser tranquilo y desprovisto de luces intensas. Si podemos, es preferible que les dejemos el agua y la comida antes de meterlos en la jaula y no molestarlos más hasta el día siguiente, si no puede ser (porque haga calor y exista riesgo de que el alimento se deteriore, por ejemplo), esta maniobra habrá de realizarse tratando de perturbar lo menos posible a los nuevos animales. No deberemos hacer movimientos bruscos ni ruidos fuertes.
Tras las primeras 24 horas los petauros estarán razonablemente familiarizados con su nuevo hogar, por lo que podremos comenzar con su domesticación.

 



Creando lazos

Nuestros petauros ya tienen que estar razonablemente acostumbrados a nuestra presencia, ahora debemos de conseguir que nos consideren un petauro más, aunque más grande. Para conseguir esto es esencial que el animal confíe en nosotros, y para ello debemos lograr que asocie nuestra presencia siempre con cosas agradables. Castigar físicamente a un petauro no sirve de nada, no lo entienden, y lo único que conseguiremos es que nuestra mascota asocie algo negativo (el castigo) con nosotros, con lo que nunca lograremos su confianza. Todo el proceso debe basarse en estímulos positivos.
Para esta fase del entrenamiento vamos a necesitar una bolsa en la que nuestro petauro pueda acomodarse debidamente y que podamos trasladar con facilidad. Puede valer un bolsillo de una camisa amplio. Otro sistema consiste en dejarnos una camiseta durante todo un día (dormir incluso con ella) y reservarla después (sin lavarla) como bolsa para el petauro. Es importante que sea cual sea el elemento empleado como bolsa huela a nosotros, para que el animal asocie ese lugar cálido y tranquilo con su cuidador.
Si usamos una camiseta nos la pondremos encima de otra (las uñas de los petauros son demasiado afiladas como para dejar que se pasee directamente sobre nuestra piel.
En esta fase del proceso, lo que hay que hacer es que el petauro duerma sobre nosotros. La primera dificultad es trasladar el petauro hasta la bolsa desde su nido. Algunos animales se muestran muy posesivos con las cajas nido, y no dudan en morder a lo que se acerque a ellas (en este caso nuestra mano). Por esta razón muchos prefieren usar como nido la propia bolsa, cuando queramos tener a nuestros petauros bastará con descolgarla fuera de la jaula, y volverla a colgar cuando acabemos. Si hemos elegido una caja nido, trasladaremos al animal lo más suave y rápidamente posible a su nueva cama. La bolsa, bolsillo, camiseta o elementos similar debe permitir la suficiente circulación de aire para evitar que nuestra mascota se asfixie, pero su interior ha de ser oscuro. Inicialmente bastara con que mantengamos al petauro durmiendo con nosotros cinco minutos, y que repitamos el proceso dos o tres veces al día. Las mejores horas son justo cuando los animales se han ido a dormir (a primera hora de la mañana) o cuando están a punto de levantarse (por la tarde). Iremos aumentando el tiempo que mantendremos al animal con nosotros gradualmente, hasta que en aproximadamente dos semanas hallamos llevado este periodo hasta una hora. Para entonces nuestra mascota es probable que nos considere como su lugar preferido para dormir.
No hay que forzar el proceso, si el animal se pone muy nervioso, vayamos más despacio. Es esencial que el petauro pueda captar nuestro olor (es mejor no usar colonia ni perfume), puesto que es el olfato el principal mecanismo de reconocimiento entre individuos en esta especie. Si se despierta, le acariciaremos suavemente la cabeza y le rascaremos bajo el mentón hasta que vuelva a dormirse.
Una vez que el petauro nos considere como un lugar seguro ya tendremos una buena parte del camino andado.

Mundo Roedor:
Domesticación

Como en otros muchos aspectos de la vida, la primera impresión es la que cuenta. Las primeras experiencias que se deriven del contacto de los petauros con nosotros y su nuevo medio van a determinar en gran medida la actitud que van a tomar estos animales frente a los humanos. Si estas primeras experiencias son positivas, los petauros estarán más predispuestos a experimentar explorar y conocer cosas nuevas, y tendrán menos recelos a la hora de contactar con otros humanos que no sean sus dueños. Por el contrario, si estas primeras experiencias son negativas, nos encontraremos ante animales huraños, miedosos, que tienen serias dificultades para enfrentarse a los cambios de su medio, con problemas para afrontar estas nuevas situaciones, y que van a rechazar de manera feroz cualquier contacto con los seres humanos. Merece pues la pena que seamos cuidadosos.

La primera recomendación que hemos de hacer, y que ya habíamos reflejado en el anterior artículo, es ir despacio. Algunos petauros tardan pocos días en acostumbrarse a la presencia de los seres humanos, pero otros pueden tardar incluso meses. Un petauro salvaje adulto (capturado en la naturaleza) nunca va a adaptarse al trato con las personas. Es un animal sacado de su medio natural, sometido a un importante estrés, separado de su grupo (su familia por decirlo de alguna manera), todo por acción de esos enormes monos que le capturaron (los humanos). Es difícil, por no decir imposible, que ese petauro llegue a confiar alguna vez en nosotros puesto que las experiencias que tiene de su contacto con los humanos son negativas, y mucho.

Otro detalle al que hay que prestar mucho interés es a la adecuación del alojamiento y de la dieta. Aunque se podría pensar que estos parámetros no tienen importancia a la hora de domesticar un petauro, la realidad es que sí son relevantes. Si el animal se encuentra a disgusto, come mal o inadecuadamente, va a estar sometido a una situación de estrés constante. Nuestra mascota se encontrará en peores condiciones, y no tenemos más que pensar en como actuamos o nos sentimos nosotros cuando estamos incómodos, preocupados... Prestamos poca atención a lo que sucede, y nuestro carácter puede oscilar de la apatía a la agresividad hacia aquellos que nos causan la más mínima molestia. Es una situación desagradable, y por tanto, negativa para llevar a cabo cualquier aprendizaje. Un animal que se siente a gusto, bien alimentado y seguro, siempre está más predispuesto a aprender o a enfrentarse a situaciones nuevas. Si tienes hambre, tu principal preocupación es comer, si tienes miedo, difícilmente vas a reunir el valor para enfrentarte a nuevas situaciones.
Si alojamiento y dieta son correctos, y el ambiente que hemos creado facilita el aprendizaje de nuestros pequeños y peludos amigos, nuestras posibilidades de éxito y el tiempo que tendremos que emplear se verán notablemente reducidos.


En lo que a nosotros concierne ¿qué cosas no debemos de hacer?.
En primer lugar NUNCA hay que pegar a un petauro. Como ya hemos explicado, estos animales no entienden por qué se les agrede, para ellos es una experiencia negativa y van a desconfiar a partir de ese momento de su agresor. Para domesticar a cualquier animal siempre da mucho mejor resultado un sistema de recompensas (estímulos positivos) que uno de castigos (estímulos negativos). Además de esto, conviene saber que el principal modo de identificación entre los petauros se basa en el olfato, y va a ser ese mismo método el que van a usar para tratar de saber quien es su cuidador. Es muy importante que mientras nos estemos enfrentando a la domesticación de un petauro no empleemos productos que enmascaren nuestro olor y que por tanto creen confusión a los animales. Perfumes, colonias, laca de pelo, desodorantes perfumados... deberían de evitarse durante esta fase. Tampoco es mala idea usar un jabón sin olor, o al menos uno que no tenga un perfume demasiado marcado.

Otro error frecuente es usar guantes para protegernos las manos de posibles arañazos y mordiscos. El petauro no puede percibir nuestro olor a través de esta barrera, y nuestra mano pasará a ser un objeto extraño para él, con lo que su comportamiento más probable es el de miedo o incluso hostilidad.

Es importante que no afrontemos con miedo la domesticación de nuestros petauros. Hay que tener muy presente que nuestras mascotas nos van a morder y a arañar muchas veces antes de que lleguemos a ganarnos su confianza. Cualquier animal puede llegar a detectar cuando su cuidador tiene miedo, ya sea por sus gestos, actitudes, olor... el caso es que son capaces de saber cuando les tememos. Entre los mecanismos defensivos desarrollados por los animales están aquellos destinados a atemorizar a sus oponentes como medio de disuasión. Si con sus gruñidos, mordiscos, comportamiento... nuestro petauro comprueba que no consigue nada, tenderá a dejar de mostrar esta actitud al ser ineficaz, pero al igual que puede aprender a confiar en nosotros, también puede aprender otras cosas. Si nos muerde tres veces, y sacamos la mano rápidamente de la jaula dando grandes alaridos, y a partir de entonces nos mostramos temerosos al aproximarnos a nuestro animal, el petauro llegará a la terrible conclusión que la manera de evitar aquello que le desagrada en ese momento (que le toquemos o le intentemos sujetar) es morder, y al ver que el sistema funciona cada vez morderá con más fuerza y mas fiereza, y nuestro temor irá en aumento. Un petauro mordiendo fieramente puede llegar a hacernos sangrar (aunque raramente) pero no nos va a arrancar la mano. Pese a que nuestros reflejos e instintos nos lleven a desarrollar la actitud contraria, nos debemos de mostrar tranquilos. Si recibimos un mordisco que nos haga daño, en ningún caso deberemos retirar la mano gritando y dejar al animal en paz, o sabrá que el sistema funciona. Retiremos la mano lentamente y sin aspavientos y curemos nuestras heridas. Cuando volvamos a intentarlo, hagámoslo sin miedo, con firmeza, o como se suele decir, nuestro animal se nos subirá a las barbas y luego será mucho más difícil hacernos con él. Hay que aguantar y ser paciente, y asumir de antemano que nos va a morder antes o después a lo largo de su aprendizaje. Lo más normal es que ocurra, si tenemos la suerte de evitarlo, mejor para nosotros.

Durante las primeras fases de la domesticación, al igual que en el caso de otras especies, cobra especial importancia que solamente una persona se encargue de llevar a cabo el proceso. Es mucho más complejo acostumbrarse a cuatro individuos diferentes que depositar su confianza en uno sólo. Una vez que un petauro se ha hecho a la presencia de una persona, le será mucho menos complejo adaptarse al trato con otros seres humanos precisamente porque su primera experiencia ha sido positiva y tendrá menos temor de enfrentarse a otras criaturas similares. Cuantas más experiencias positivas reciba, más fácil le será enfrentarse a nuevos individuos, y más "extrovertido" será el animal. Es importante que un petauro "conozca" bien a una persona antes de "presentarle" a la siguiente. Si tratamos de ponerle en contacto con ocho nuevos individuos a la vez, lo más probable es que se muestre confuso, y por tanto, poco proclive a interactuar con ellos. Vayamos de uno en uno. En este punto hay que mencionar que aunque los petauros llegan a adaptarse al trato con varias personas, siempre mostrarán una especial predilección hacia su primer cuidador. Cuando se asusten correrán hacia él antes que hacia ningún otro, será su persona favorita para acurrucarse y dormir... es un comportamiento propio de los animales de esta especie y deberemos tenerlo en cuenta, puesto que la persona que vaya a mantener más contacto con el animal y a ser su cuidador debe de ser, lógicamente, la que lleve a cabo la primera fase de la domesticación.

Cuando los petauros están alojados en grupo, es más fácil llegar a domesticarlos. Todos los animales con un comportamiento social desarrollan un sistema de aprendizaje por imitación. Lo que un miembro del grupo hace, si resulta beneficioso, tarda mucho menos en ser aprendido por los otros individuos. Una vez que un animal aprende a hacer algo, el resto de los componentes del grupo tardan mucho menos en lograr aprenderlo que el primero, simplemente porque les resulta menos complejo imitar su comportamiento. Si conseguimos ganarnos la confianza del líder de un grupo de petauros, el resto de los animales de ese grupo no tardarán mucho en confiar en nosotros. Además al ser animales sociales, les resulta mucho más simple aprender arropados en el seno de la "manada" que por si solos, puesto que se sienten más seguros.

La forma de sujetar a un petauro también es importante. El sujetar a un petauro de manera incorrecta puede dar lugar a que el animal interprete nuestra acción como una agresión. No debemos olvidar, que cuando un animal es "capturado" contra su voluntad es porque probablemente vaya a pasar a ser el alimento de su captor, y el instinto en este caso indica a la presa que está en peligro y debe defenderse. Se actúa de manera instintiva porque generalmente hay poco tiempo para reaccionar, y una pequeña diferencia de tiempo es lo que separa la huida de la muerte. A ningún animal le gustan las aproximaciones desde lo alto. Las aves de presa atacan desde las alturas, y por instinto todos los animales reaccionan mal ante objetos (incluyendo manos) que vienen desde arriba. Además. La reacción de un animal que ve el objeto que se les aproxima es siempre mucho mejor que la de otros que son tomados por sorpresa. En este caso, ir siempre de frente es la mejor táctica, aunque podamos recibir un mordisco. Debemos de aproximar la mano lentamente al petauro, e introducirla lentamente por debajo hasta que el animal se suba a ella. Como ya hemos dicho, las primeras veces es probable que recibamos un mordisco, que el animal huya, salte o se aleje de nosotros, pero con paciencia y repetidos intentos llegará el momento en el que logremos que nuestra mascota se encarame a nuestra mano. Siguiente error, una vez en nuestra mano la tendencia es a rodear al animal con nuestros dedos, exactamente igual que lo haría un depredador. Consecuencia: seremos mordidos. No se debe sujetar se esta manera a ningún animal, y los petauros, que no son una excepción, reaccionan mal ante esta actitud. Como mucho se pueden situar las manos en forma de copa y dejar que el animal repose en el hueco entre ambas, pero nunca debe de tener la sensación de estar atrapada. Si percibe que hay una vía de escape, en general tolerara y se acostumbrará sin problemas a la nueva situación, si el petauro se siente atrapado, su instinto le llevará a intentar huir.
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¿Y si nuestro petauro se escapa?. Ante todo no hay que montar un drama. Lo esencial es mostrarse tranquilo y tratar de que la captura del animal sea lo menos estresante posible. Gritos y carreras no contribuyen en exceso al ambiente requerido. Lo primero que hay que hacer es asegurarse de que el animal queda recluido en un recinto (cerrar puertas). Las ventanas siempre deberían de cerrarse cuando la jaula de un petauro vaya a ser abierta. Bajar las persianas o echar las cortinas es una buena medida para evitar que el animal choque con los cristales en su intento de huida. Después, usando una manga de captura de aves o en su defecto una toalla suave, amplia y algo pesada (no en exceso) procederemos a la captura del fugado. El uso de la manga es simple y evidente, la toalla se le hecha encima al animal desplegada y después se recoge todo el hatillo y se introduce en la jaula. No debemos sacar al animal de la manga / toalla, llevemos todo a la jaula, desliemoslé un poco y que salga por si mismo. Después de esta estresante situación es recomendable que dejemos descansar al animal un tiempo antes de intentar volver a interactuar con él.

Por último, conviene mencionar que la mejor manera de llegar a un animal es a través de su estómago. El ofrecerle golosinas en la mano o cuando haga las cosas bien es una forma de mejorar su confianza y conseguir que nuestros petauros se acostumbren a nosotros más rápido. Las mejores son los gusanos de la carne, néctar, cacahuetes no salados, un poco de potito de frutas o verduras y pollo untado en el dedo...


Para finalizar diremos que hay muy pocos petauros que no lleguen a domesticarse. Los únicos animales que realmente tienen serias dificultades para llegar a interactuar con sus dueños son, como ya hemos dicho, individuos adultos capturados. En cualquier otro caso no se puede hablar de petauro indomesticable, si no de dueño poco paciente. No debemos olvidar que el conseguir domesticar por completo un petauro puede llegar a costarnos meses.

 

Tomado de www.mundoroedor.com